Economista, egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) con posgrado en la Universidad de Yale. Inició su carrera profesional en el Banco de México (Banxico), en 1991, en donde ocupó diversos cargos: fue director de Análisis Macroeconómico y director de Estudios Económicos. En octubre de 2007 fue nombrado vocal ejecutivo del Fondo Nacional de Pensiones de los Trabajadores al Servicio del Estado. Fungió, de enero de 2011 a noviembre de 2015, como titular de la Unidad de Crédito Público en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Posteriormente, ocupó la Dirección General del Banco Nacional de Comercio Exterior. Del 1 de enero de 2017 al 30 de noviembre del mismo año se desempeñó como subgobernador del Banco de México y a partir del 1 de diciembre de 2017 fue nombrado gobernador de ese instituto central.
* Los comentarios contenidos en esta lectura son exclusivamente a título personal y no necesariamente representan la opinión del Banco de México o de su Junta de Gobierno. Asimismo, esta lectura es la síntesis de una sesión impartida en el diplomado Indicadores Macroeconómicos de Coyuntura en México, el 4 de diciembre de 2019, cuya presentación completa está disponible en la página web del Banco de México (véase Díaz de León, 2019).
Uno de los principales propósitos del Banco de México (Banxico) es difundir a toda la población sus funciones y objetivos, así como los beneficios sociales que conllevan. En este sentido, Banxico ha establecido una amplia plataforma de educación financiera para todos los niveles educativos y ha implementado diversos mecanismos de vinculación con las instituciones de educación media y superior, como los premios Contacto Banxico y Reto Banxico, o el programa de enlaces universitarios. Este texto constituye una visión panorámica de la política monetaria para acercar la información a un mayor número de personas. Se abordarán tres temas: el primero es la perspectiva histórica y el marco teórico de esta actividad; el segundo es el proceso de adopción del esquema de objetivos de inflación actualmente vigente; y el tercero es un recuento de los avances hacia el objetivo de alcanzar una inflación baja y estable.
La introducción del dinero fiduciario, es decir, los billetes y las monedas sin un valor intrínseco, constituyó un cambio revolucionario en la economía que eliminó los numerosos inconvenientes del denominado dinero-mercancía o los metales preciosos y ha facilitado las transacciones y el progreso económico.1
En vista de que el dinero fiduciario conforma una promesa de pago, sin valor intrínseco, para que cumpla eficazmente su función en la economía debe satisfacer adecuadamente las tres funciones esenciales del dinero: ser unidad de cuenta, medio de pago y depósito de valor. Ello permite que el público lo acepte como un pago que puede hacerse efectivo en cualquier momento. Cuando esto no ocurre, comienza a debilitarse la confianza y el dinero deja de cumplir eficazmente sus funciones. De hecho, autores como Shubik señalan que un elemento central para la funcionalidad del dinero fiduciario es precisamente la confianza.2
La causa más común que afecta al dinero fiduciario y que genera incertidumbre respecto a su uso es la inflación, es decir, el crecimiento constante y desordenado de los precios. Este fenómeno erosiona la funcionalidad del dinero como medio de pago, unidad de cuenta y almacén de valor. En el siglo pasado, hubo una frecuente propensión a utilizar las atribuciones del banco central para crear dinero e incrementar la capacidad de gasto de los gobiernos, inclusive con la intención de impulsar directamente el crecimiento económico. Este uso de las facultades de emisión del banco central fue una de las fuentes más frecuentes de inflación y, en varios países, tanto en desarrollo como desarrollados, se generaron crisis económicas con prolongadas secuelas sociales.
Ante esta evidencia, desde las últimas décadas del siglo pasado, se formó un sólido consenso global en torno a los beneficios de una inflación baja, estable y predecible, impulsada por un banco central lo suficientemente alejado de las presiones de gasto que usualmente enfrentan los gobiernos. Por ello, siendo parte del Estado, a la mayoría de los bancos centrales se le confirió autonomía respecto a los gobiernos. Con ese arreglo institucional, dichos bancos están en mejor posición para servir a sus sociedades y orientar sus actividades a conservar las tres funciones esenciales del dinero.
1 Para una exposición accesible a la naturaleza y función del dinero, véase Focardi (2020).
2 Shubik (2010).
En México, la consolidación del dinero fiduciario también implicó un proceso complejo. Debido a los frecuentes periodos de inestabilidad política y económica, los cuales se traducían en emisión múltiple, alta inflación y pérdida del valor de los billetes, a lo largo de buena parte del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, el dinero fiduciario fue frecuentemente rechazado como medio de pago. Esto obstaculizaba las operaciones económicas y, en ocasiones, obligaba a retroceder a las más arcaicas e ineficientes modalidades de intercambio.3
Por eso, en 1917 hubo un amplio consenso social para incorporar, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el mandato de crear un banco del Estado con el monopolio de la emisión de billetes. El surgimiento de un banco único emisor suscitó un debate entre los Constituyentes sobre si el grado de cercanía de dicha institución con el gobierno generaría algún conflicto de interés.4 De hecho, en la exposición de motivos por la que se crearía el banco, en 1925, se reconocía que: “Hay efectivamente, en un banco controlado por el Gobierno, el gravísimo peligro de que el interés político pueda imperar en un momento dado sobre el interés público”.5 Por eso, en los estatutos fundacionales del banco se buscaba alguna forma de equilibrio entre su carácter estatal y la posibilidad de que mantuviera independencia en sus acciones, estableciendo límites y criterios claros para el financiamiento al gobierno. No obstante, en 1938 se reformó la Ley Orgánica del Banco de México y se otorgaron más facultades discrecionales al gobierno sobre el banco central.6
Pese a que el arreglo institucional no era favorable para el Banco de México, durante las décadas conocidas como de desarrollo estabilizador se mantuvieron políticas fiscales y monetarias coordinadas y prudentes que permitieron un crecimiento sostenido con baja inflación.7 Desgraciadamente, esta estrategia fue revertida en los años siguientes, dejando en claro que la estabilidad de precios no puede depender únicamente de las posibles coincidencias entre las personas responsables de la política fiscal y monetaria.
En los años setenta y ochenta, la economía experimentó una etapa turbulenta, que se originó en la aplicación de políticas excesivamente expansivas, así como en la obligación que se impuso al banco central de extender crédito para financiar los déficits fiscales. Esto -tal como ocurrió en otros países del mundo- produjo graves crisis de pagos. En México, estas crisis se presentaron en 1976 y 1982 y generaron inflaciones agudas, prolongadas y profundamente perjudiciales para la sociedad, las cuales llegaron a rebasar 100%, entre 1982 y 1988.
Tras estos periodos de profunda erosión del poder adquisitivo del dinero y pérdida de bienestar social, resultó clara la necesidad de separar de manera definitiva la función de crear dinero de otras tareas del Estado en las que se enfrentan continuas demandas para aumentar el gasto.
La reforma de 1993 al artículo 28 de la Constitución mexicana concedió al Banco de México plena autonomía y le asignó el objetivo principal de combatir la inflación. Adicionalmente, le encargó otras dos funciones estrechamente interrelacionadas: a) promover el sano desarrollo del sistema financiero; y b) fomentar el buen funcionamiento del sistema de pagos.
3 Para una visión panorámica del desarrollo de la economía mexicana, con énfasis en el siglo XIX, véase Cárdenas (2015).
4 Este debate fue muy rico y planteaba -ya en esa época- los principales dilemas de la banca central moderna y su necesidad de determinada independencia (Cortés, 2019).
5 Banxico (1993), p. 1.
7 Un testimonio de la coincidencia de ideas y la coordinación efectiva entre la autoridad hacendaria y los responsables del banco central se encuentra en Ortiz (1998).
La estabilidad de precios es indispensable para el crecimiento de la economía, pero por sí sola no es suficiente. Se empleará una metáfora futbolística que resulta conveniente para ilustrar esta condición, en la cual el banco central está vinculado a las condiciones de la cancha; los agentes económicos a los jugadores y la calidad del juego a la actividad económica. En dicho contexto, la emisión de dinero -en términos de preservación de su valor adquisitivo- es tan imprescindible para el crecimiento como una cancha en estado óptimo lo es para que se desarrolle un buen partido de fútbol. Por ejemplo, en una cancha en malas condiciones, los jugadores se cuidan de no sufrir una lesión y están todo el tiempo distraídos por la situación del terreno. En cambio, en una cancha en buen estado, en la que los jugadores confían, éstos podrán concentrarse plenamente en desplegar sus habilidades, contribuyendo así a tener un mejor partido. Desde luego, un buen campo de juego es indispensable pero no suficiente para poder disfrutar un buen partido de fútbol, lo que también requiere de buenos jugadores e, incluso, de un árbitro atinado. De igual manera, un banco central que conduzca su política monetaria enfocada a la estabilidad de precios es indispensable, pero no suficiente para impulsar el crecimiento económico sostenido. Para poder alcanzar este propósito, deben concurrir armónicamente un amplio conjunto de políticas públicas y un Estado de derecho confiable.
En este sentido, es imprescindible considerar las capacidades y limitaciones de la política monetaria: la evidencia internacional indica que ésta tiene influencia clara sobre la inflación, mientras que es ineficaz por sí misma para influir en variables reales, como el crecimiento y el empleo en el largo plazo. De no ser así, no habría economías con un bajo nivel de desarrollo, ya que ellas habrían podido crecer mediante simples expansiones monetarias. Este experimento ha sido emprendido en diversas latitudes y circunstancias, siempre con el mismo -y costoso- resultado de espirales inflacionarias.
¿Qué hace un banco central para cumplir su propósito? Para mantener la estabilidad de precios, el banco central modifica las condiciones y, con ello, la cantidad de dinero que suministra a la economía. Para decidir cómo modificar la cantidad de dinero, el banco central evalúa de manera exhaustiva las condiciones económicas, la demanda de liquidez y los diversos desafíos que enfrenta el logro de su objetivo. Con base en eso, determina los términos y las condiciones en que suministra dinero a la economía para propiciar la estabilidad y el crecimiento.
Un activo -cualquiera que sea- se denomina líquido en tanto tenga mayor facilidad para convertirse en un medio efectivo de intercambio en la economía. Sin duda, el dinero es el activo más líquido y los movimientos de la oferta de dinero, por parte del banco central, tienen un efecto directo sobre la tasa de interés en el mercado de dinero. A mayor oferta de dinero, menores tasas de interés, con lo cual aumentará la cantidad de dinero en manos del público; a menor oferta, mayores tasas de interés y será menor la cantidad de dinero demandada por el público. Y es aquí donde, nuevamente, se puede caer en ese espejismo a partir del argumento que plantea: ¿por qué no elevar la oferta de dinero para que haya menores tasas de interés y, por ende, una mayor actividad económica? Sin embargo, cuando los agentes económicos se percatan de que lo que hay detrás de las menores tasas de interés es una expansión monetaria, éstos aumentarán sus expectativas de inflación y, en lugar de mayor crecimiento, la economía terminará con aumentos de precios.8 Cuando los agentes económicos identifican que el aumento en la oferta monetaria o el dinero en circulación no está asociado a una mayor producción de bienes y servicios, sino a un incremento artificial de la capacidad de pago del gobierno, ellos saben que la moneda perderá valor interno (inflación) y externo (depreciación del tipo de cambio). Con ello, el banco central incumple una de las funciones esenciales del dinero, que es la de ser un depósito de valor.
La política monetaria incide en la economía a través de distintos canales de transmisión, los cuales operan en forma simultánea y suelen estar estrechamente interrelacionados. Entre ellos destacan: a) el canal de tasas de interés, ya que las diferentes tasas en la economía están influidas por las de corto plazo que determina el banco central; b) el canal de crédito, pues la política monetaria puede modificar el ritmo de crecimiento del crédito en la economía; c) el canal de precios de otros activos, pues los cambios en las tasas de interés modifican, a su vez, el precio de diversos activos como los valores de deuda, las acciones y los bienes raíces; d) el canal de tipo de cambio, pues el aumento o decremento en las tasas de interés internas en relación con las externas hace más -o menos- atractivos los activos financieros nacionales, lo cual aprecia o deprecia el tipo de cambio; y e) el canal de expectativas, pues los movimientos al alza o a la baja en la tasa de interés de referencia se pueden interpretar como una acción para reforzar o relajar el compromiso con el objetivo de inflación, lo cual influye en las expectativas de inflación. El reto de la política monetaria es determinar la respuesta adecuada a los diferentes choques que enfrenta la economía, considerando la incertidumbre asociada tanto a los efectos de dichos choques como a los propios canales de transmisión de la política monetaria.
En la primera parte se abordaron los aspectos teóricos de la política monetaria, ahora se tratará el proceso de México para adoptar el esquema de objetivos de inflación, el cual está vigente.
8 Desde los años setenta
del siglo pasado, diversos autores señalaron que, ante expansiones monetarias sistemáticas, los agentes económicos buscaban protegerse de antemano (Lucas, 1976 y Sargent & Wallace, 1976).
En México, el abandono forzado del tipo de cambio fijo, ocurrido en 1994, llevó a plantearse la sustitución de la denominada ancla nominal de la economía -que había regido tantas décadas- por un modelo efectivo y creíble para promover la estabilidad de precios. En ese tiempo, otros bancos centrales, como los de Canadá y Nueva Zelanda, habían empezado a utilizar el esquema de objetivos de inflación.
Las principales características de este régimen monetario son:
Entre los beneficios de la adopción de este esquema, pueden mencionarse:
Después de la crisis de 1995, se abandonó el tipo de cambio como ancla nominal de la economía y se transitó gradualmente hacia el esquema de objetivos de inflación.9 De este modo, en los años siguientes se combinaron el manejo de metas de inflación de corto plazo con límites cuantitativos a la exposición del crédito neto del banco central y los pronósticos de la base monetaria. Fue hasta 1999 cuando se definió por primera vez una meta inflacionaria a mediano plazo, que era la convergencia de la inflación interna con la externa (la de nuestros principales socios comerciales) a 3% para 2003.10 Igualmente, se reconocieron los rezagos con los que la política monetaria incide sobre la evolución de los precios y, por ende, la necesidad de actuar preventivamente y con firmeza.
En el año 2000, Banxico comenzó a publicar informes trimestrales de inflación. En ese mismo año se introdujo el concepto de inflación subyacente; se estableció como meta una inflación menor a 10%; se anunciaron los objetivos de inflación para los años 2001 (6.5%) y 2003 (3%); y se proporcionó un nivel indicativo respecto a la meta que se adoptaría para el año 2002 (4.5%).
En 2001, Banxico anunció formalmente que adoptaría un esquema de objetivos de inflación, por lo que se eliminaron del programa monetario el crédito interno neto y la base monetaria. Para el año 2002 se definió un objetivo de inflación de largo plazo de 3% para la inflación del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) con un intervalo de variabilidad de +/- 1 punto porcentual. En 2003 las decisiones de política monetaria se comenzaron a anunciar en fechas predeterminadas junto con boletines de prensa que explicaban las razones que fundamentaban la decisión.
A partir de 2008, el Banco de México adoptó como objetivo operacional la tasa de interés interbancaria a un día en sustitución al saldo sobre las cuentas corrientes que la banca mantiene en el propio banco. Este cambio tuvo la finalidad de homologar la instrumentación de su política monetaria con la de otros bancos centrales, facilitar la comprensión de las acciones de política monetaria y señalar la conclusión del proceso de transición iniciado en 2003.
Así, se culminó el largo proceso de transición de la política monetaria, cuya esencia fue sustituir el régimen de tipo de cambio fijo como ancla de la inflación por uno de objetivos de inflación.
9 Para una descripción detallada de parte del proceso de transición al esquema de objetivos de inflación, véase
Ramos & Torres (2005).
10 Cabe mencionar que, en los primeros años del régimen de libre flotación existía un temor de que el traspaso del tipo de cambio provocara inflación; sin embargo, pronto se demostró que una política monetaria orientada a procurar una inflación baja y estable disminuía sensiblemente el traspaso del tipo de cambio a los precios, véase al respecto Baqueiro, Díaz de León & Torres (2003).
El esquema de objetivos de inflación ofrece marcados beneficios, sin embargo, requiere diversos aspectos institucionales, de infraestructura y de entornos macroeconómico y macrofinanciero que lo fortalezcan.
En lo que atañe a los aspectos institucionales, el esquema idóneo es uno con autonomía y con un estatuto jurídico y operacional que no lo sujete a presiones fiscales o políticas, que pudieran crear conflictos entre su responsabilidad de emitir dinero y el objetivo de tener una inflación baja y estable. Con esto se garantiza que el dinero sea un buen depósito de valor.11
En lo que se refiere a los aspectos de infraestructura, la autoridad monetaria debe contar con los elementos necesarios para analizar el funcionamiento de los canales de transmisión de la política monetaria; disponer de información estadística adecuada; definir una estrategia de comunicación efectiva para el público; ser claro en su proceso de toma de decisión y contar con una organización, cuya gobernanza sea adecuada para que apoye la implementación de la política monetaria.
Finalmente, sobre los entornos de solidez macroeconómica y macrofinanciera, se requiere que no se esté sujeto a una situación conocida como dominancia fiscal. Es decir, que no presente un alto déficit público que limite la capacidad del banco central para determinar libremente la tasa de interés. Así, es necesario que haya una política fiscal sostenible y un tipo de cambio flexible; que haya profundidad crediticia en los mercados financieros para facilitar los canales de transmisión de la política monetaria y que se cuente con un sistema financiero sólido y capaz de soportar choques.
Por lo anterior, vale la pena enfatizar dos aspectos: por un lado, se debe explicar la estrategia de respuesta o función-reacción del banco a fin de que los agentes asuman, de antemano, el tipo de respuestas que éste puede adoptar ante diversas circunstancias. En ello, la transparencia y una política de comunicación proactiva resultan claves para la funcionalidad del esquema. Por otro lado, se deben evitar confusiones respecto a la jerarquía de objetivos, por ejemplo, entre estabilidad de precios y tipo de cambio. El régimen de tipo de cambio -bajo un esquema de objetivos de inflación- es flexible. A lo largo de sus contadas intervenciones en el mercado de cambios, Banxico ha hecho patente que México cuenta con un tipo de cambio flotante en el que no se busca un nivel determinado del peso frente al dólar, sino simplemente se desea garantizar condiciones adecuadas para que los mercados se ajusten a los choques que enfrentan con el mayor orden posible y el conocimiento de que el ancla nominal de la economía es la meta de inflación.
11 Existe abundante evidencia empírica de que el grado de independencia de un banco central contribuye al descenso de la inflación. Una exploración reciente en torno a este tema es la de Chiquiar
& Ibarra (2019).
La ejecución de la política monetaria requiere una infraestructura operacional consistente con el régimen de objetivos de inflación y debe ser respaldado por tres pilares:
Por lo demás, dado que la política monetaria es transmitida a través del sistema financiero, éste debe contar con ciertas características que permitan la transmisión efectiva de las acciones de política monetaria. El sistema bancario debe ser profundo, moderno y solvente, ya que las instituciones débiles pueden distorsionar el objetivo operacional del banco. Igualmente, debe contarse con regulación que permita una adecuada formación de precios sin llegar a distorsionar el mercado. Además, es indispensable disponer de un sistema de pagos que haga eficientes y seguras las transacciones. De ahí la importancia de recientes instrumentos como el esquema de cobro digital (CoDi), que además de proporcionar un instrumento de pago moderno, seguro y barato, coadyuvan a zanjar la brecha de la inclusión financiera.
Conviene insistir en que, en el esquema de objetivos de inflación, la comunicación entre el banco central y los participantes del mercado es primordial.12 Entre mayor sea la confianza en el banco central, aumenta la efectividad de la política monetaria. A través de un manejo transparente de sus políticas -incluyendo una de comunicación que sea amplia y proactiva- el banco central promueve que los participantes del mercado tomen sus decisiones, presentes y futuras, considerando las expectativas que el propio banco central provee. Lo anterior contribuye a que, en el mediano y largo plazos, las expectativas de inflación estén ancladas al objetivo institucional.13
En los últimos años, Banxico ha buscado estar a la vanguardia en este aspecto. Por un lado, con la difusión de los comunicados y minutas de sus reuniones de política monetaria, así como con la publicación de sus informes periódicos sobre la inflación, dicho organismo divulga detalladamente su proceso de toma de decisiones y permite que cualquier interesado conozca la forma en que la autoridad monetaria utiliza e interpreta la información económica pública.
Por otro lado, Banxico también recopila y difunde de manera oportuna y sistemática un amplio conjunto de datos, que incluye estadísticas económicas y financieras, encuestas a diversos agentes económicos, información de actividades financieras del gobierno federal y entes regulados por el banco central, así como indicadores de la operación de los sistemas de pagos. Además, recaba y difunde abundante información sobre las condiciones y los costos de los servicios financieros, lo que contribuye a proteger al consumidor y darle elementos para tomar mejores determinaciones. Asimismo, Banxico brinda información sobre su programa de trabajo institucional y estricta rendición de cuentas sobre el uso de sus recursos. Dicha variedad de información permite evaluar el desempeño del propio banco central y también constituye un referente de gran importancia para las decisiones diarias de todos los agentes económicos. Igualmente, este acervo de información es materia prima para el trabajo académico, la investigación y el desarrollo científico. Por eso, la información económica que difunde Banxico puede concebirse como un bien público con amplios beneficios para la sociedad.
12 A partir de los años noventa del siglo anterior, la comunicación efectiva y la transparencia han adquirido un papel fundamental para hacer más efectiva la política monetaria. Este fenómeno contrasta con la limitada función que jugaba la comunicación en el pasado (Blinder et al., 2008).
13 En la mejora de sus procesos de divulgación, transparencia y rendición de cuentas el Banco de México ha encontrado un instrumento para mejorar la efectividad de sus políticas. Por mencionar algunos ejemplos de este avance, desde 2018 se publican en el informe trimestral los pronósticos puntuales de la inflación promedio trimestral de los próximos ocho trimestres. Con ello, se proporciona una referencia indispensable para dar seguimiento puntual al cumplimiento de la meta de inflación. Igualmente, desde ese año se publican las minutas de la reunión de política monetaria de la Junta de Gobierno con la identidad de
los votantes y un párrafo explicativo en caso de que hayan votado de una manera distinta a la mayoría. Además, se decidió que la transcripción íntegra de las reuniones se publicará en un plazo de tres años después de la reunión correspondiente, que es un plazo menor al de otros bancos centrales.
A partir de la adopción del esquema de objetivos de inflación, se ha observado una disminución significativa en el nivel, la volatilidad y la persistencia de la inflación. Con la reducción de la inflación han disminuido las primas de riesgo, por lo que en el largo plazo se ha observado una tendencia a la baja en tasas de interés. Asimismo, a pesar de los momentos de significativa depreciación de la moneda nacional en los últimos años, el traspaso de las fluctuaciones cambiarias a precios se mantiene en niveles reducidos, reflejando un mejor funcionamiento del sistema nominal de la economía.14 En este sentido, la política monetaria se ha enfocado a evitar afectaciones al proceso de formación de precios.
Contar con un banco central autónomo y con un objetivo prioritario de estabilidad de precios ha contribuido a una importante reducción de los niveles de inflación y a un funcionamiento más eficiente del esquema de formación de precios de la economía.
14 Jaramillo et al. (2019).
La conducción de la política monetaria -en conjunción con una política fiscal prudente, un régimen de tipo de cambio flexible y una regulación y supervisión adecuada del sistema financiero- han sido elementos determinantes para lograr una disminución importante en el nivel, la volatilidad y la persistencia de la inflación en los últimos años.
En términos estadísticos, desde 2001 se puede hablar de un proceso estacionario de la inflación que implica que ésta sea estable, baja y predecible. Se trata de una de las etapas más largas de estabilidad de precios en la historia de nuestro país, lo que implica beneficios tangibles para la población y condiciones necesarias para el crecimiento.
En este contexto, un tema relevante se refiere a las acciones que toma el Banco de México para cumplir con su mandato de estabilidad de precios. En primer término, el banco central decide un objetivo para la tasa de interés interbancaria a un día, que es la tasa a la cual los bancos comerciales se prestan recursos entre sí de un día para otro. En segundo término, dicha decisión influye en el resto de las tasas de interés en la economía, así como en la evolución del crédito, de los precios de los activos, de la cotización de la moneda nacional y de las expectativas de empresas y hogares. Finalmente, los cambios en estas variables tienen un efecto, principalmente, sobre las decisiones de gasto y ahorro de empresas y familias y, en consecuencia, sobre los precios en la economía. Así, la política monetaria influye sobre la inflación mediante los canales de tasas de interés, crédito, precios de activos, tipo de cambio y expectativas. Entre los principales indicadores que son útiles para dar seguimiento a dichos canales podemos destacar: las tasas de interés en la economía -incluidas las de mediano y largo plazo-; el crédito al sector privado no financiero; los precios de activos como acciones y bienes raíces; la cotización del peso mexicano respecto al dólar estadounidense y las expectativas de inflación provenientes de encuestas e instrumentos de mercado.15
Uno de los beneficios concretos del abatimiento de la inflación ha sido la tendencia a la baja de las tasas de interés, lo que ha facilitado un mayor acceso de la población al crédito a un menor costo y a plazos más largos. Por ejemplo, en 1995, el horizonte temporal de la curva de rendimientos era de seis meses; en 1998 era de un año; en 2000 de cinco años y, a partir de 2003, puede llegar hasta 30 años. Esta extensión de la curva de rendimientos ha abonado en certidumbre para todos los agentes económicos, mientras que en 1995 las hipotecas eran auténticas bombas de tiempo, con intereses variables y condiciones opacas, ahora se puede acceder a instrumentos a tasa fija hasta por 30 años.16
En los últimos años ha habido una menor respuesta de la inflación a choques, como una depreciación de la moneda nacional, que antaño tenía un impacto devastador en los precios.17 En particular, en episodios de depreciación de antaño, desde 1982 hasta 1995 por mencionar dos ejemplos, el nivel de depreciación era muy equiparable al incremento de la inflación. Esto ha cambiado y, por ejemplo, en la crisis de 2008 y 2009 o, bien, más recientemente, en 2016, ha habido depreciaciones considerables que han impactado de manera mucho más tenue en la inflación. Puede decirse que, en los episodios recientes, el tipo de cambio funciona como un amortiguador efectivo para choques sin que todo el andamiaje macroeconómico tenga que salir por el parabrisas. Con ello, ha sido posible superar episodios de turbulencia considerable con una menor afectación a la economía real y ha sido posible mitigar los efectos adversos de la inflación sobre los ingresos y el patrimonio de los mexicanos, particularmente aquellos con menores ingresos, evitando así una mayor pobreza y desigualdad. Para ilustrar los beneficios que la estabilidad de precios ha tenido sobre la evolución de la pobreza en México, podemos comparar los efectos de la crisis de 1995 con los de la crisis financiera global del periodo 2008-2009. En ambos casos se registró una contracción económica importante y una depreciación cambiaria significativa. No obstante, en el segundo episodio el impacto sobre la inflación fue mucho menor debido al bajo traspaso de movimientos cambiarios a los precios. Como resultado, el impacto en la pobreza fue menos severo.18
Es importante insistir en que la estabilidad de precios es una condición necesaria, mas no suficiente para alcanzar un crecimiento económico más elevado de manera sostenida. Para esto último se requieren -en adición a una inflación baja y estable- mejoras al Estado de derecho y al marco institucional de la economía que generen certidumbre y promuevan la acumulación de capital físico y humano, así como una mayor productividad. En este sentido, la política monetaria no debe percibirse como un sustituto de las reformas imprescindibles para incrementar el crecimiento potencial de la economía.
15 La descripción detallada de los canales de la política monetaria y de su importancia relativa en el caso de nuestro país está en Banxico (2016).
16 Una descripción pormenorizada de los beneficios de la estabilidad de precios, como el desarrollo de instrumentos financieros de largo plazo y la reducción de la tasa de interés, está en Banxico (2019).
17 Un análisis del anclaje de las expectativas de inflación de largo plazo ante choques a la inflación en México está en Banxico (2018a). Por su parte, un análisis de traspaso de fluctuaciones cambiarias a los precios en México está en Banxico (2017).
18 Banxico (2018b).
Durante el siglo XX, en la mayoría de los países se consolidó la función de los bancos centrales como emisores únicos de dinero fiduciario con el propósito de brindar mayor certidumbre en cuanto a la aceptación y a la estabilidad del valor de éste. La provisión de moneda nacional y la eficacia de sus funciones como medio de pago, unidad de cuenta y depósito valor son un requisito fundamental para cualquier proceso de crecimiento sostenido.
En México, desde sus inicios como nación independiente, existía la aspiración de contar con una instancia de emisión que dotara de moneda a la economía nacional y que, en esa función, procurara la aceptación de su circulación y la estabilidad de su poder adquisitivo.
Dada la constante inestabilidad política que vivió el país, durante buena parte del siglo XIX y principios del XX no se pudo contar con un sistema estable de emisión monetaria, lo que frenó el desarrollo económico por largos periodos. Por eso, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 se estableció, con un amplio consenso, el mandato de crear un banco del Estado con el monopolio de la emisión de billetes.
En sus inicios, se buscaba que el banco central mantuviera un equilibrio entre su carácter de institución del Estado y cierta independencia en su accionar respecto a las necesidades gubernamentales más inmediatas. Sin embargo, unos cuantos años después esto fue revertido.
En retrospectiva, cuando en la práctica el banco central tuvo un mayor margen de maniobra para actuar autónomamente hubo crecimiento con inflación baja y estable; en cambio, cuando sus facultades fueron subordinadas a las necesidades de gasto del gobierno, se presentaron episodios de inestabilidad e incluso crisis económicas.
Esta experiencia también se obtiene de la evidencia internacional. Hacia finales del siglo pasado se contaba con una amplia evidencia empírica sobre las ventajas para los países de contar con un banco central autónomo.
Así, a partir de la experiencia histórica propia, y en consonancia con la tendencia internacional orientada a modificar el arreglo jurídico en torno a los bancos centrales, en 1993 el Constituyente decidió transformar al banco en un organismo del Estado autónomo que proveyera de moneda nacional al país con la finalidad prioritaria de procurar la estabilidad de su poder adquisitivo.
Poco después de la entrada en vigor de la autonomía, y a raíz de la crisis de 1995, se enfrentó la necesidad de modificar el régimen de tipo de cambio fijo, que hasta entonces había sido el ancla de los precios en la economía. Comenzó, entonces, una importante transformación de la política monetaria que adoptó gradualmente el esquema de objetivos de inflación.
Este esquema, que combina un régimen de tipo de cambio flexible y metas de inflación precisas, pone énfasis en la comunicación con el público, hace más predecible la política monetaria, disminuye la incertidumbre y facilita las decisiones de los agentes económicos. Dado que la apertura y la transparencia constituyen requisitos fundamentales para la efectividad del esquema de objetivos de inflación, y que son elementos propios de cualquier institución pública, especialmente si es autónoma, al interior del Banxico comenzó a consolidarse una clara conciencia de la necesidad de transparencia y rendición de cuentas.
La autonomía ha mostrado sus ventajas como un medio eficaz para que el banco central provea a la sociedad importantes bienes públicos. La confianza en la moneda como medio de pago, depósito de valor y unidad de cuenta, por ejemplo, es un bien público que tiene una influencia directa sobre las oportunidades económicas y la calidad de vida de los ciudadanos. Al respecto, en todo lo que va del siglo XXI, se ha tenido uno de los periodos más largos de estabilidad de precios en la historia de México como nación independiente.
Igualmente, la estabilidad financiera es un bien público que le permite al ciudadano disponer, de manera sostenida, de mejores servicios financieros y acceder a instrumentos tanto para desplegar más adecuadamente su talento e iniciativa como satisfacer, de mejor manera, sus necesidades.
Finalmente, el buen funcionamiento del sistema de pagos en la economía es un bien público que permite al ciudadano y a todo tipo de empresas realizar, de manera ágil y segura, todas sus transacciones económicas y contribuye a la inclusión financiera.
De este modo, mediante el ejercicio de su autonomía, el Banco de México ha buscado proveer al país de moneda nacional procurando la estabilidad de su valor, así como fomentar el sano desarrollo de los sistemas financiero y de pagos a fin de contribuir a facilitar las actividades económicas, estimular el crecimiento y mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos.
El Banco de México está comprometido a seguir sirviendo a la sociedad y al ciudadano, brindándole un medio de pago de valor estable y seguro; protegiendo sus derechos como usuario de servicios financieros y de pagos y ofreciéndole información pertinente y oportuna en apoyo a su toma de decisiones.
Banxico (1993), “Exposición de motivos de la iniciativa de decreto por el que se reforman los artículos 28, 73 y 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, enviada al H. Congreso de la Unión por el Ejecutivo Federal”, Banco de México, México, Enlace
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Tabla 1
Información estadística (informes anuales)
Producción y empleo
Precios, salarios y productividad
1/ Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
2/ Banco de México.
3/ Servicio de Administración Tributaria (SAT), Secretaría de Economía, Banco de México, INEGI y Petróleos Mexicanos.
4/ Instituto Mexicano del Seguro Social.
5/ Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
6/ Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
7/ Comisión Nacional de Salarios Mínimos.
8/ Banco de México, Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Bolsa Mexicana
de Valores, Instituto Central para el Depósito de Valores (Indeval) y Bloomberg.
9/ Bolsa Mexicana de Valores.
10/ Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Fuente:
Banco de México.
Tabla 2
Información estadística (informes anuales)
Sector externo
1/ Banco de México.
2/ INEGI.
Fuente:
Banco de México.
Tabla 3
Información estadística (sistema de información económica)
Banco de México
Fuente:
Banco de México.
Tabla 4
Información estadística (sistema de información económica)
Fuente:
Banco de México.
Tabla 5
Información estadística (sistema de información económica)
Fuente:
Banco de México.
COORDINADOR: JONATHAN HEATH
vol. II
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